miércoles, mayo 4

Un champú para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas

Una azafata se inclina hacia mí y me dice amablemente que debo desconectar mis aparatos electrónicos durante el despegue. Señala al iPhone y al eReader. Que interfiere con el sistema de mando, dicen. Yo no quiero ser desconfiada, pero a mí eso de que crean que la tinta electrónica puede acabar con un Airbus A320 me da mala espina. Ochenta toneladas al carajo por jugar al Angry Birds (sí, chaval del 15E, oía los “oyyyyyyy” mientras despegábamos).

Vale. Aceptamos iPhone como arma de destrucción aérea, que yo entendiendo que haya seguridad en los aeropuertos. Lo que me supera es la incoherencia y la contradicción.

La poderosa cajita delatadora de líquidos malignos revela el botecito pulverizador de mi bolso. Siempre llevo Nenuco, que además de refrescante, viene de perlas si por lo que sea necesito fabricar un explosivo. No lo puedo pasar, dicen, porque no tiene etiqueta. Acepto con media sonrisa pensando en el idéntico bote que va en la maleta que hace rato me espera al final de la cinta transportadora. A mi acompañante le dejan sin su go-mina antipersonas.

Uno puede aceptar que el agente de seguridad te mire con reproche cual madre decepcionada. No es el fin del mundo que me quiten mi pulverizador de colonia, los chinos me venden 3 a un euro, pero los zapatos no, por favor. ¿Y si ese día me he puesto los calcetines que tienen tomates? ¡Qué vergüenza! Menos mal que yo tengo suerte, Vans debe de tener un acuerdo con Aena que les obliga a hacer zapatillas impenetrables e inmodificables, perfectas para un vuelo seguro. Sin embargo, la chica delante de mí lleva tacones, ¡Cómo osa! ¿No se ha dado cuenta de la cantidad de objetos punzantes que pueden esconderse en un tacón de 5 centímetros?

Entonces llega el momento de la verdad: el escáner. Durante ese segundo que tardas en atravesar el arco, tu vida pasa ante tus ojos. Cruzas todos tus dedos para no oirlo pero ya no hay remedio, el dulce cantar del aparato ejerce de reclamo para una señorita uniformada y muy recta dispuesta a palparlo todo. Se han hecho pelis porno por menos. Me resulta cómico que, por ser yo una mujer, me tenga que cachear otra fémina. ¿Es porque compartimos anatomía? Vale que a la muchacha mis curvas le sean familiares, pero vivo para el día que vea el brillo en los ojos de alguna cacheadora. Le sonreiré picarona.

Pasado el umbral del terror, llegas al paraíso de las compras, donde uno puede adquirir a todo tipo de artículos para seguir con los planes malignos que creías frustrados tras atravesar el control. ¡Y libres de impuestos!

Al menos todas las mamarrachadas han servido para hacer más entretenida las horas extras de espera de tu vuelo retrasado.


4 comentarios:

  1. ¡Jajajaja...! Tienes más razón que una santa, pero yo soy de las que, aunque lo consideren molesto, prefieren que lo miren todo bien mirado que luego no quiero sustos. Aunque seguro que luego, "los malos", se les cuelan. Fijo.
    Yo he colado de todo en la maleta, con más cara que espalda. Con la tranquilidad de no ser una terrorista que pretende fabricar bombas a bordo con la ayuda de Pantene o de L'Oreal.
    Y en cuanto a lo de las pelis porno con los cacheos... puedo dar fe. En el aeropuerto de Pisa, una de las señoritas de seguridad, que policía NO eran, me agarró las tetas de una manera que ni mi novio, ¡oyes!

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  2. Si al fin y al cabo la mayoria de las veces que pita el arco esta en modo aleatorio. La verdad es que las contradicciones y exageraciones en sitios así me confunde. Y más si un cualquiera puede colarse en un metro a hora punta donde probablemente pueda matar al doble de gente (vease 11M).
    Lo del arco que comentaba arriba es indignante. Por internet corren historias de gente que se ha colado con cuters escondidos y no les ha pitado. Y mi novia que trabajaba en un aeropuerto, el propio segurata le dijo que pasara tranquila, que "eso" pita cuando le da la gana. Así vamos en seguridad, un día te despelotan, y al siguiente pasas con tantas navajas como quepan en tí.

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  3. Es bochornoso que nos traten como terroristas en los aeropuertos. Al contrario que en el mundo real, aquí eres culpable hasta que demuestres lo contrario.
    Aunque si dependes del tío del escáner para que te encuentren algo... Yo paso siempre con un botellín de agua en la maleta de mano (totalmente prohibido como líquido que es). Todavía estoy esperando el día que en un aeropuerto me digan que qué es eso. Estamos empezando a cruzar apuestas mis amigos y yo...

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