viernes, mayo 27

Por eso se reían del discurso del Presidente

¿Qué pasaba? Carcajadas estruendosas en el pabellón de afasia, precisamente cuando transmitían el discurso del Presidente (…). Ahí estaba, el viejo Encantador, el Actor, con su retórica habitual, el histrionismo, el toque sentimental… y los pacientes riéndose a carcajadas compulsivas. (…) ¿Qué podían estar pensando los pacientes?¿No le entendían?¿Le entenderían, quizás, demasiado bien?

Así comienza el noveno capítulo de El Hombre que confundió a su mujer con un sombrero, título divulgativo escrito por el neurólogo Oliver Sacks en el que explica de forma didáctica, amena y con ejemplos específicos algunas patologías neurológicas. En este caso en concreto, El Discurso del Presidente, Sacks introduce al lector en el mundo de la afasia.

La afasia afecta principalmente al lenguaje. Aquellos que la padecen no son capaces de entender o mantener una conversación, no descifran el sentido de una frase ni asocian una palabra a algo concreto. Comprenden las palabras por separado quizá (hay muchos tipos de afasia) pero no le dan un sentido o lo olvidan rápidamente.

Ante esta dificultad, muchos pacientes afásicos desarrollan otro tipo de compresión. El habla, como cuenta Sacks, no consiste en sólo palabras sino en la expresión y, aunque los que sufren la enfermedad no entiendan el sentido de las palabras como tales, es el entendimiento de esa expresividad tan profunda, compleja y sutil lo que potencian. Esa expresividad involuntaria y espontánea que no se puede falsear con tanta facilidad como las palabras. Incluso los afásicos ciegos potencian matices como la entonación, el timbre, el ritmo y las cadencias que restan o suman verosimilitud a las palabras de una persona. Entienden sin palabras.

Eran, por tanto, esas muecas, histrionismos, gestos, cadencias y tonos falsos de la voz lo que sonaba a falsedad para los pacientes. No podían engañarlos las palabras. Por eso se reían tanto del discurso del Presidente.

Y diréis ¿qué pasa con aquellos que son absolutamente sordos al tono y la expresión aunque conserven intacta la habilidad de entender las palabras? Estas personas padecen agnosia tonal y no son capaces de captar la emoción o intención en una voz. Se concentran en las caras, las posturas y los movimientos de las personas al hablar: una paciente concreta de Sacks descubrió que prestar una atención extrema al sentido preciso de las palabras y cómo se usaban le ayudaba a comprender mejor el lenguaje expresivo y compensar su incapacidad de entender el lenguaje evocativo.

Esta mujer escuchaba, junto al resto, el discurso del Presidente. Pero seria. – No es convincente- decía-. Utiliza las palabras de forma incorrecta. O tiene una lesión cerebral o nos oculta algo.

Sacks concluye este capítulo así: Esa era, pues, la paradoja del discurso del Presidente. A nosotros, los individuos normales (…) se nos engañaba genuina y plenamente. Y el uso engañoso de las palabras se combinaba con el tono engañoso tan taimadamente que sólo los que tenían lesión cerebral permanecían inmunes, desengañados.

No soy una persona que frecuente los temas políticos pero leyendo este artículo me ha venido a la mente todo lo acontecido en nuestro país en las últimas semanas. La reflexión que subyace entre las palabras de Oliver Sacks es mi pequeña aportación.


PD: La ilustración que acompaña al texto es del artista polaco Pawel Kuczynski. Echadle un ojo a su obra, merece mucho la pena.

1 comentario:

  1. Te quería preguntar que tal andaba el libro, así que gracias por ahorrarme el trabajo. Me haré con él.

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